Bioquímica de la vida cotidiana Tarea 10.1. Insectos

La última tendencia en alimentación que trata de abrirse camino y llegar a una gran cantidad de consumidores en Europa son los insectos comestibles. Aunque en algunos países de Asia, África o Latino América es una práctica muy común, en Europa no se consumen. En España por ejemplo estamos acostumbrados a comer caracoles, y aunque los podamos llamar bichos, no se trata de un insecto sino de un molusco.

En 2018 una gran cadena de supermercados comenzó a comercializar algunos insectos, pero la práctica de comerlos no parece muy extendida en España. Hay algunas páginas web especializadas en esto que recalcan la gran cantidad de proteína que pueden aportar los insectos, y es que en el caso de los grillos, el 69% de su peso es proteína. Si se comparan los gases de efecto invernadero emitidos por gramo de proteína de los animales con un insecto, estos últimos son mucho más sostenibles: la vaca o el cerdo emiten 2850 o 1130 g mientras que el insecto solo 1 g. Los insectos también necesitan menos agua y comida para vivir. Aunque es verdad que desde el punto de vista medioambiental presentan ventajas va a ser difícil que los consumidores cambien sus hábitos.

Entre los distintos productos que hay en el mercado están los grillos, que tienen un gran aporte calorías y de proteína, aunque también aportan mucha grasa.

La misma empresa también comercializa gusanos. Si comparamos los grillos y los gusanos podemos ver que los grillos aportan mucha más proteína (65 g) que los gusanos (56 g). La cantidad de calorías y grasa son similares, así como la fibra. Los grillos tienen una gran cantidad de omega3 y 6 y vitamina B12, mientras que los gusanos aportan potasio y vitamina B5.

Además de estos insectos, en internet se pueden encontrar grillos cubiertos de chocolate con semillas. En este caso el aporte de proteína no es tan considerable y tienen una gran cantidad de grasa pero puede ser una opción interesante para los consumidores que busquen una versión más dulce.